Siempre estamos bien

El último año de Laura ha sido un sube y baja de emociones parecido a una montaña rusa. Ahora que la mayoría de las actividades se han abierto, ella sigue sintiéndose perdida. Hace un recuento y observa todo lo que dejó antes del encierro y lo que ha ganado también con éste.

Platica con la gente que le rodea, los escucha hablar como si no hubiera pasado nada en el mundo. Como si la vida siguiera sin esa pausa, que de alguna u otra manera a todos nos marcó.

Laura piensa que todos perdimos algo ¿quién quiere verdaderamente aceptar y cerrar sus ciclos? No ve ninguna diferencia emocional en las personas. La mayoría quiere seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado. ¿Dónde queda el crecimiento de una sociedad cuando no quieres darte cuenta de lo que pasó un año y medio por tu vida?

«Este año conocí la versión más rota de mí, pero también la más fuerte» lee en un post de una red social. Es la frase más honesta que ha escuchado durante la pandemia. Nos enseñaron a ocultar nuestros sentimientos y emociones de los demás, no vernos débiles y decir siempre que todo esta bien. Laura no entiende como eso hace más fuerte al ser humano. Ella ha llorado, ha gritado, ha sabido decir estoy mal y pedir ayuda. Eso la hace ser persona, porque al día siguiente se levanta, sigue y se siente aliviada y con mejor actitud.

Ella es optimista, quiere creer que la gente se dará cuenta, que explorando sus emociones podremos generar una sociedad más igualitaria e inteligente. No pierde la fe, aunque hay días que ve que esas heridas se curan en una plaza comprandose unos tenis en oferta, tiene la esperanza que todos se hagan responsables de ellos mismos para lograr una mejora mundial.